Día 4: Kurama

Y llegó la primera excursión, esta fue al monte Kurama. De esta región situada al noroeste de Kyoto se cuentan muchas historias: se la considera hogar del zorro de 9 colas, rey de los Tengus; también se cuenta que es donde Minamoto no Yoshitune aprendió esgrima; es la cuna del Reiki… Pero a nosotros sólo nos interesaba el Kurama Onsen. Si es que somos tan terrenales... ¡Qué le vamos a hacer!. 

El orden “bueno” es ir de Kurama a Kibune. Esta ruta es más indicada para el verano pues así se empieza con el onsen para subir la temperatura del cuerpo, se hace el recorrido para finalmente comer sobre el río en Kibune en estructuras pensadas para aprovechar su frescor. En nuestro caso lo hicimos a la inversa que es lo recomendado en invierno: hicimos la ruta de Kibune-Kurama para luego ‘purificar’ nuestro cansancio en un onsen al aire libre en plenas montañas.

Empezamos con el santuario de Kibune, que está cerca de donde se empieza el recorrido. Aunque estaba parte en obras tenía bastante encanto. A destacar el Omikuji, el cual consiste en hacer una ofrenda y sacar al azar un papel que te indica si tendrás o no suerte; en este santuario utilizaban un papel con tinta invisible que al mojarse revelaba su contenido.


Tras previo pago de 300JPY por persona accedimos al monte Kurama. A lo largo del recorrido se veían varios lugares de interés en su mayoría asociados a leyendas, en otros casos sitios de mucha riqueza natural. Sobran las palabras...


               


                         


Al final del recorrido ya cerca de Kurama llegamos al Kurama-dera. Un templo precioso en medio de la montaña. Aquí también vimos los primeros cerezos en flor, aunque por aquel entonces eran flores bastante tímidas.

               


               

               

El pueblo de Kurama no tiene nada especial, bueno sí, una cosa, apenas hay occidentales. Prácticamente casi todo el turismo es local y eso se nota en que no hay menús "traducidos" aunque optamos por un sitio en el cual había fotos en los menús lo cual nos permitía especular lo que comeríamos (2000 JPY cada uno la comida).




Finalmente el momento llegó: el onsen. Si habéis llegado hasta aquí y no sabéis lo que es un onsen, básicamente es un baño de agua termal de origen volcánico al aire libre. Los baños están separados por sexos y hay que estar como dios nos trajo al mundo. No tengo fotos porque por razones obvias no se permitía fotos en su interior, eso sí os adjunto la publicitaria que es bastante ilustrativa, igual tanto para chicos como para chicas (1000 JPY). Como curiosidad te permiten alquilar toallas grandes o comprar una minitoalla por 200JPY con dibujito a elegir (tengu, samurai y algo que no recuerdo).

Foto sacada de la página web del Onsen. No se admitían fotos en el interior (lógico)

Una hora y media después ya más relajados tocaba volver a Kyoto, al ser fin de semana optamos por dar una vuelta por Gion esperando ver más ambiente, vaya si lo había hasta vimos tres geishas, un par por las calle principal y otra por una calle secundaria, sin gente, la vimos entrar en uno de los locales que había por la zona. Al pasar al lado descubrimos que aquella geisha, fuese geiko o maiko estaba en la entrada haciendo una reverencia a la dueña de aquel lugar mientras que un colectivo de salarymans aguardaban en la sala contigua. La verdad es que aquel momento tan intimo del que fuimos voyeurs fue uno de los detalles que más atesoro, incluso más que verlas pasar a apenas un par de metros mientras otros se peleaban por sacar fotos.

De estos momentos no subiré fotos al no tener estas una calidad digna al ser de noche y no tener tiempo de preparación xD.

Para cenar fuimos a un occidental si es que se le podía llamar así, era un bistrot que te servían entre otras cosas jamón y cervezas de otros lugar, en mi caso opté por lo más japonés posible, un filete y tortilla japonesa. Sin embargo lo mejor estaría por llegar.



La anfitriona nos dejó en la habitación un buen puñado de fresas riquísimas y superdulces. Un detallazo que hizo aún más redondo el día.


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