Este viaje para nosotros supuso la novedad de ser el primero en el que hicimos vuelos locales fuera de nuestro país de origen. Fue precisamente en este día, en el que amanecimos antes de que el sol lo hiciese, y mochilas al hombro pedimos un taxi que nos dejó en el aeropuerto con la ayuda de quién regentaba nuestro hostel (113 CNY).
Los aeropuertos de China si los comparamos con los de otros países, y especialmente con otras terminales de otros medios de transporte, están literalmente vacíos. No lo digo por lo temprano de las horas en las que nos movimos este día en concreto, sino porque nunca experimentamos colas en los vuelos locales ni vimos muchos chinos en los aeropuertos. Esto es un fiel ejemplo de los grandes contrastes que existen en este país en el que la clase media es prácticamente inexistente.
Nuestro siguiente destino era Datong, sin embargo no teníamos especial interés por la ciudad, si no por dos de sus grandes atractivos situados fuera de la misma: “las Grutas de Yungang” y el “Templo Colgante”.
Ya durante la planificación de este viaje tuvimos nuestra primera mala noticia: debíamos descartar uno de los dos puntos de interés. Y es que nuestro plan original consistía en pactar un vehículo para que nos llevase a ambos puntos y volver a eso de las 19h para coger el tren nocturno que nos llevaría a nuestro siguiente destino. Sin embargo no pudimos adquirir billetes de este tren debido a que a la semana de salir a la venta todas las camas duras y blandas estaban agotadas.
Tocaba hacer de tripas corazón y quedarnos con las grutas: